Auténtica gozada recuperar este Negro drama con tintes terroríficos del mítico Paul Naschy, que se erige como una de sus mejores películas, sino la mejor y lo que no creo que se pueda rebatir, su mejor interpretación.
Solo tengo palabras de agradecimiento para el festival Nocturna por proyectar esta obra maestra en pantalla grande, una copia que dormía el sueño de los justos en la filmoteca, y todo sea dicho, se conserva en perfecto estado. Una pena que un tema legal impida su distribución en vídeo, una verdadera injusticia y una pena tremenda, pues pide a gritos ser reivindicada y redescubierta por las nuevas generaciones.
El Huerto del Francés (basada en hechos reales y muy fiel a estos) esta llena de personajes (sin ir más lejos sus protagonistas) con los que no deberíamos simpatizar ni sentir ningún tipo de lástima. Y sin embargo lo hacemos ¿Porqué? Pues porque la película sabe mostrarnos que el país en el que vivían era una España de clases y de tremendas diferencias sociales entre pobres y ricos (dada la situación de crisis actual cada vez menos alejada de la España del presente). Los que nacían pobres tenían que buscarse la vida, daba igual como, no había lugar a la reflexión, comer o morir.
El Francés se nos presenta como un personaje sin escrúpulos que manipula a las mujeres a su antojo. Tiende trampas a incautos viajeros que van a su Casona con promesas de juego clandestino y mujeres y lo que se encuentran es un oscuro pasillo y un golpe mortal en la nuca, despojados de sus billetes, van directos al Huerto del Francés. Pero con el transcurrir de la historia vemos que El Francés es un hombre hecho a si mismo, resentido con su suegro, un acaudalado terrateniente que les agasaja a el y su mujer con tierras y propiedades enormes.
El las rechaza, quiere prosperar por su propio trabajo, no quiere que nadie le regale nada, y en este mundo de clases, donde nadie puede pasar de un lado a otro ni prosperar, si no nace rico, el Francés es un hombre que se la juega, que le baila el agua al poderoso, aprovechándose de este sistema y de los ricos, beneficiándose de ellos (literalmente) jugando a su juego. Es por ello que aún siendo un canalla y un cínico (es infiel a su esposa con una de las putas de su casona y obliga a abortar de manera tremendamente dolorosa a otra mujer que sedujo de malas maneras, una preciosa y joven Maria José Cantudo que pese a todo compone un personaje que no deja de sufrir toda la película y sale perfectamente airosa del reto) no dejamos de sentir una cierta simpatía hacia el personaje. Sobre todo en sus momentos finales, cuando la mujer despechada que abortó enamorada de el, creyendo sus mentiras, le descubre, y da la voz de alarma a la Guardia Civil sobre lo que verdaderamente se planta en El Huerto del Francés. Es entonces cuando el sueño se evapora, y el Francés ya no es el demonio, sino un pobre diablo que ha desperdiciado su vida y destruido la de los pobres inocentes que tuvieron la mala suerte de toparse en su camino. Todo por creer que podía lograr ser alguién en ese mundo cruel e imposible de cambiar para el pobre. Y como si fuese un insecto, una vez descubierto el engaño, el sistema le aplasta.
Pero al enfrentarse a la muerte el Francés (tal y como pasó en realidad, reproduciendo lo dicho por el auténtico de francés segundos antes de ser asfixiado en el Garrote Vil) se muestra inmutable, casi desafiante, lanzando frases sarcásticas a su verdugo "lo que siento es que nos hayamos conocido en estas circustancias" "tu apreta, apreta sin miedo", lo que no cambia el hecho de que sea un hijo de puta, pero un hijo de puta simpático, como los grandes hijos de puta que ha dado al cine.
Tampoco podemos olvidarnos de Pepe, el particular sidekick, el escudero, el Sancho Panza particular de este particular Don Quijote Psicokiller, que cambia Molinos de Viento, por Acaudalados Vejetes que viajan a solas, Pepe es ese personaje leal y aparentemente inmutable, que sigue a rajatabla las órdenes del francés, pero que a la vez es como su conciencia, su Pepito Grillo particular, sus mirada lo dícen todo, en ellas vemos como el personaje contempla no solo al Francés sino la triste decadencia que oculta la aparente alegría de las juergas que se viven en la casona del Francés, sus ojos, testigos de todos los horrores cometidos por el y sus compañeros, van mudando su expresión a medida que avanza el film, y vemos como un pesar y un presentimiento de horror se van mezclando en el con una profunda tristeza, como si viera lo inane e inutil de todos los horrores que su compañero y el comenten. Gran interpretación de Jose Calvo como digo, una actuación memorable, un personaje para el recuerdo (la ternura que genera la sinceridad con que díce al cura que le acompaña hasta el Garrote Vil que tiene miedo es desgarradora, sentimos verdadera pena y lástima por un personaje que al fin y al cabo es tan asesino como el Francés, lo que es sorprendente y díce mucho de la calidad de la película)
Volviendo a Naschy, se intuye durante el film, que debía sentir una cierta identificación con el personaje de El Francés. Salvando las obvias distancias, no se identificaba con el por ser un psicopata, sino por ser un en cierta manera un outsider, alguien que lucha solo contra viento y marea por lo que piensa por más que los demás le agasajen y le inviten a tomar otros caminos, insistiéndole en que se equivoca. Conociendo la biografía de Naschy tan ampliamente como la conozco, estoy seguro de que sería el caso, como el Francés, Naschy luchó el solo tercamente y de manera prácticamente suicida por hacer cine fantástico, cuando el público daba la espalda al género y todo el mundo le animaba a abandonarlo y hacer otras cosas. Esto es especialmente patente en la escena en que la mujer del francés, interpretada por la preciosa Julia Saly le anuncia feliz, que su padre les regala las tierras y así podrá dejar su huerto y no tendrá que mancharse las manos. El Francés reacciona con ira y rechaza la proposición, no solo porque su huerto está lleno de pruebas de sus crímenes, sino porque es orgulloso, su huerto lo trabaja el, quiere prosperar por su esfuerzo, no regalos, probablemente así se sintiera Naschy cuando le propusieran abandonar la profesión que tanto amaba en momentos de crisis para el cine fantástico, como los que vivió el actor. Aunque repito, es una reflexión particular, pero fundamentada en hechos reales y que pienso que es muy probable conociendo al actor y el contexto de la época.
Pero me voy por las ramas. Estad atentos, algún día El Huerto del Francés se editará en vídeo y podrá redescubrirse una gran película injustamente olvidada. Hasta entonces recordad... ¡que no os lleven al Huerto!
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