Si a una gran mayoría de los espectadores ya les tira para atrás cualquier película de Jesús Franco esta directamente no serán capaces de verla, es experimentación pura y dura, música, imágenes, erotismo a ritmo de Jazz (literalmente por momentos, como cuando al ritmo de los platillos, dos de las actrices juntsn sus sexos bailando y en la imagen resplandecen con un brillo dorado como si fuesen estos platillos).
Si habéis visto más de una película del tito Jess y os gusta su vertiente experimental erótica-sadomasoquista no os arrepentiréis, en este sentido es recomendable. Como sucede a menudo con sus películas cuesta aguantar en un principio por su morosidad narrativa, pero poco a poco la mezcla de imágenes, música, montaje y sugerencis crea un efecto hipnótico cautivador y uno acaba disfrutando de la experiencia onírica y abstracta que es la película y valora los momentos intendos y logrados que los hay, como en toda película de el tito.
Aunque el vídeo desmerece, todo hay que decirlo, frente al celuloide usado en sus viejas películas, por más desmañada que fuera la puesta en escena o la fotografía (encontramos algún alarde de retoque de color digital con escenas en blanco y negro con sangre en color, cosa que personalmente me sobra, prefiero otros efectos más sencillos de la pelîcula que parecen sencillos trucos de cámara como saturación de color, efecto negativo fotográfico, etc).
Y las actrices, salvo una Lina Romay espectacular a pesar de los 50 años que tenía entonces, no son tampoco las de antaño, en cuanto a físico corporal y actuaciôn no se puede negar que se esfuerzan al máximo, más teniendo en cuenta las larguísimas tomas ininterrumpidas que son muchas escenas y lo que debe costar mantener una intensidad erótica sin llegar a sexo real, todo son miradas, mímica, por lo que no hay queja en este aparrado.
En resumen, neófitos de Jess alejaos a no ser que seáis realmente valientes, en cuyo caso no os arrepentiréis. Fans, merece la pena verla.
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