miércoles, 3 de abril de 2013

Cyrus (2010) de Jay Duplass y Mark Duplass



¿Puede haber cabida en estos tiempos de cine de Omnipotentes multinacionales con licencias millonarias de superheroes, juguetes y estrellas rodeadas de pantallas verdes para algo tan básico en el cine como es la emoción? ¿Sentir que los personajes de una película son personas? ¿Conmoverse de verdad con ellos? 

Afortunadamente, pese a los tiempos tan oscuros que corren para el cine, la respuesta es si. Y las películas como Cyrus nos lo recuerdan a lo grande. 




Con unos personajes cercanos e inolvidables. Unas interpretaciones sutiles, maravillosas y una puesta en escena inmejorable, que transcurre por derroteros inesperados, logrando obtener comedia del drama y drama de la comedia. Generando una inconfundible sensación de humanidad, de calor humano, de verdad, de vida en definitiva.
¿O acaso no es la vida una abstracta tragicomedia donde a veces el único camino a seguir ante la frustración y la desesperación es la risa?

Y eso es Cyrus. Una serie de personajes al borde de la desesperación, con una necesidad imperiosa de afecto, de cariño, y que ante la tristeza y la desesperanza siempre acaban esbozando una sonrisa, y eso los hace cercanos, humanos, hace que los quieras de verdad. 






Esto se resume en una escena sencilla pero preciosa (adjetivos que también definen el global de la película) en la que el personaje de Molly (Marisa Tomei), está muy afectada y deprimida por un problema y es incapaz de dormir. El personaje de John (John C. Reilly) que duerme a su lado, no deja de decirle que no se preocupe, que todo saldrá bien, esto la enfada, porque sabe que no será así, y de repente, John le díce "-Se que molesta oírlo pero es la verdad...¡Todo saldrá mal! ¡Todo saldrá fatal! ¡No puede salir de otra forma-" Molly se queda en silencio unos instantes y empieza a reír a carcajadas "-Ahora si que me has animado-." Y ambos ríen y ella le da las gracias... Me sentí tan identificado con esta escena, es algo tan humano esa actitud de saber a ciencia cierta que va a salir fatal, que no tiene visos de mejora y aún así seguir con ello por pura fuerza de amor, de emoción... y verlo en una comedia, rodado de forma tan sencilla y divertida, me ha hecho admirar profundamente esta película.  





Que más decir, interpretaciones maravillosas a cargo de un reparto en estado de gracia. John C. Reilly, un absoluto crack divertido a más no poder cuando a de serlo y humano y profundo, compone un personaje que adoramos desde el primer momento. Marisa Tomei, tan encantadora y sencilla, sensible y llena del amor que con tanta desesperación buscan tanto el personaje de John como el de Cyrus, que hace al espectador enamorarse de ella tanto como los propios personajes. Y un Jonah Hill absolutamente apoteósico, que logra componer un personaje que podríamos sencillamente odiar y en lugar de eso nos hace fascinarnos, preocuparnos por el, inspirar una ternura que pocos podrían lograr con un personaje de esta naturaleza.

Una película, en definitiva, perfecta y genial en su planteamiento. Con un final tan sencillo, tan coherente por como cierra y resume todo el conjunto de la historia -solo con la imagen y la interpretación, es décir puro cine- que da un subidón de alegría y de orgullo como amante del cine, por ser testigo de lo que puede dar de si aún este arte.

No voy a detallar el argumento, simplemente vedla. Son noventa minutos de puro deleite.





Os dejo el enlace a un bonito tema de la bso de la película, My Love de Sia.












1 comentario:

  1. Uno de los éxitos de las historias de los hermanos Duplass es la excelente selección de reparto, al igual que esta película nos lo muestra también sus nueva serie Togetherness prometa una gran historia con buenas interpretaciones

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